Érase un hombre que se encontraba parado, meditabundo, contemplando la cárcel que le rodea. En dicha carcel, con su traje a rayas, observa todo lo que ocurría a su alrededor en la realidad de un mundo que había decidido mantenerle en espera. Pero él, como un animal en el zoo, sólo se podía mover unos determinados metros en aquella celda que se había convertido en su propio mundo. Daba igual lo que hiciera, daba igual lo que intentara, ya que jamás saldría de esa celda. Al principio tenía esperanzas, pero con el paso del tiempo, ya la resignación había afectado a los estratos más profundos de su ser.Y sólo se dedicaba a contemplar el exterior y ver con impotencia como otros se llevaban a su Dama.
La desidia, había hecho que le diera igual con quien se juntara ella, pero había uno con el que se juntaba mucho y el cual no podia tolerar, este era el caballero blanco. La dama, es una mujer caprichosa y exigente y en cuanto un hombre no le satisfaciera, rápidamente le abandonaba por otro que consideraba ella que mereciera. Esta vez, al que rompió el corazón fue al caballero blanco, que últimamente no había hecho honor a una mujer de su valía y otro caballero bárbaro vestido de franjas azuladas y granate pisaba fuerte reclamando a esa dama que creía que le correspondia por Derecho.
Una enorme sonrisa apareció dibujada sobre el rostro del hombre enjaulado justo cuando apareció el caballero blanco. Éste, le observó y al ver tal estado de felicidad las dudas inundaron su mente atormentada por el abandono.
"¿Cómo es que eres feliz hombre enjaulado?" le preguntó el caballero blanco.
" Soy feliz por saber que eres un hombre desgraciado y es un placer que ni la propia libertad podria darme" Le respondió y hubo un momento de silencio. El caballero blanco se encontraba cabizbajo y sintiendo vergüenza de si mismo por haberla perdido.
"Tengo curiosidad, ¿qué es lo que siente el hombre que toco el cielo y vuelve otra vez al mundo de los vivos?" le preguntó el hombre enjaulado con rabia.
"Ahora lo que siento es pena, siento pena por ti" Le contestó con tristeza
"¿Por qué te doy pena? ¿por estar enjaulado?"
"Me das pena, por que no hay hombre más patético que aquel que disfruta de las desgracias ajenas y se vanagloria de éxitos ajenos como si fueran propios. Tú estas en esa jaula, que te metieron tus errores hace años. Yo, en cambio, estoy en el mundo y se que la Dama volverá conmigo y que volveré a tocar el cielo con ella.... Mientras tanto, seguirás encerrando pensando en el pasado en el que una vez la tuviste, en el que una vez tocaste el cielo, en el que una vez fuiste mi rival... siento pena por que no hay más desgracia para un hombre poderoso, que contemplar el mundo y percatarse de que gira sin que él esté presente."
El caballero blanco se alejaba mientras miraba el cielo pensando en su Dama, el hombre enjaulado intentaba atraparle pero se encontraba a varios metros de distancia. Siempre se encontraba varios metros por delante y en ese momento se daba cuenta que pasara lo que pasara, hiciera lo que hiciera, dijese lo que dijese... siempre el caballero blanco se encontraba varios metros por delante... y al observar la realidad, se colocó en un rincón llorando por su Dama, un amor no correspondido que actualmente, jamás recuperaría. Esta Dama, deseada por todos y correspondidos por muy pocos, tenía por nombre "Gloria".
